El obispado de Mar del Plata difundió cuáles son las disposiciones del Vaticano para la conservación de los restos. Recomiendan principalmente el uso de cinerarios en las parroquias.
La dispersión en el mar de cenizas de los cuerpos cremados constituye una costumbre popular pero si bien existe un libre albedrío en este sentido y se respeta la voluntad de la familia desde el obispado no lo recomiendan.
La iglesia Católica cambió su perspectiva con respecto a la cremación de los cuerpos en los últimos 40 años, a la luz de interpretar de una manera “demasiado estricta” un texto de la Biblia que habla de la idea de “resucitar con este cuerpo”, lo que llevaba a entender a la cremación como el daño de una realidad física del cuerpo.
“Lo que se quería salvar era la cuestión de cuerpo y alma”, comentó el obispo de la ciudad, monseñor Gabriel Mestre.
Sin embargo, la mirada de la Iglesia cambió y desde entonces “no hay dificultad en quien desee cremar el cuerpo de un ser querido, sin desprecio alguno del cuerpo”, explayó.

“En el acto de cremar no hay nada de blasfemo ni de negar la doctrina de resurrección de los cuerpos, que era el riesgo de pensarlo en la perspectiva anterior”, advirtió Mestre y aclaró que cada uno elige “con total libertad”.
Sin embargo, el arrojar las cenizas al mar no está bien visto por la fe católica, que si bien no impide hacerlo, recomienda otro destino para esos mismos restos.
«Desde una perspectiva más libre en el marco de la fe cristiana católica “lo que se propone es utilizar los cinerarios que hay en las parroquias”, desarrolló el obispo.
«Lo cinerarios son lugares sagrados de los templos donde se depositan las cenizas de las personas, varias parroquias cuentan con estos espacios en la ciudad, aunque no todas», aclaró
“Hay una norma de la Iglesia que plantea tener cuidado en perspectiva cristiana católica de no tirar las cenizas en el mar o en un campo, cuando pudiera llegar a haber un planteo de carácter panteísta”, subrayó y advirtió que la dispersión de cenizas “se da mucho en Mar del Plata, en la costa, en algunos campos y a veces en las plazas”.

“Con más de 20 años de cura, aconsejo los cinerarios. Es un lugar sagrado al que se puede ir a rezar o llorar por esta persona que está en tránsito y camino al cielo”, culminó.
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